
«¿Cuántos días faltan para Navidad?», preguntó emocionado el pingüinito Bo mientras corría escaleras abajo hacia la cocina. Sonriendo, papá pingüino señaló una gran «x» azul en el calendario que colgaba junto a la estufa.
—¡No falta mucho! Dentro de una semana comienzan las vacaciones y, después, solo dormir otras tres veces —dijo papá pingüino.
Bo entendió que faltaba poco para Navidad.
—¡Ven, vamos a hacer algunos adornos para el árbol y a revisar las luces para que todo esté perfecto en Navidad! —sugirió papá pingüino.
Los dos se sentaron a la mesa de la cocina y empezaron a recortar hermosos abetos de cartulina verde. Lo que más le gustaba a Bo eran las estrellas, por lo que, igual que todos los años, hizo una gran estrella amarilla para decorar la copa del árbol.
Justo cuando estaban por empezar a desenredar la vieja cadena de luces, escucharon la puerta principal abrirse.
Mamá pingüino había llegado del trabajo. Saludando a Bo y a papá con largos abrazos dijo: «¡Vaya, todo esto se ve grandioso! ¡No creo que este año tengamos que preocuparnos por las decoraciones del árbol de Navidad!».
Mami pingüino puso sobre la mesa de la cocina la bolsa llena de comida que tenía y comenzó a desempacar. Curioso, Bo observaba mientras ella iba sacando la harina, la leche, el azúcar y varios frutos secos de la bolsa, además de algo de pescado fresco para la cena.
Viendo la mirada impaciente de Bo, mami pingüino le explicó: «Compré todos estos ingredientes para mañana hornear muchas galletas. Haré suficientes para que al menos duren hasta después de Navidad».
Al terminar, mami se les unió a la mesa. Bo pensó que se veía algo preocupada.
Mami trabajaba en el hospital y cuidaba de muchos pacientes. A veces llegaba exhausta a casa y necesitaba tiempo para descansar, pero también había noches en las que tenía que trabajar. Cuando eso ocurría, Bo generalmente no la veía hasta la tarde, después de regresar del preescolar.
—Lamentablemente, este año tengo que trabajar en Nochebuena. Muchos de mis colegas están enfermos en este momento, por lo que tendré que sustituirlos. Este año, serán solo ustedes dos para Navidad —dijo la mamá de Bo.
Mamá y papá se sonrieron confiadamente para tranquilizar a Bo.
—¡Creo que eso es realmente tonto! —dijo Bo, quien no podía imaginarse la Navidad sin mamá—. ¿Por qué tú entre todas las personas? ¡Seguro hay alguien más que pueda trabajar en Navidad!
Bo comenzó a llorar. ¿Qué sería si mamá no estuviese en Navidad? ¡Imposible!
Mami pingüino abrazó a su hijo cariñosamente y amorosamente le explicó: «Incluso en días festivos, las personas pueden enfermarse y luego necesitar la ayuda de médicos y enfermeras». Bo siguió pensando que era tonto e injusto.
«Pero, ¿por qué tenía que ser en Nochebuena?», se preguntó.
Al día siguiente, sintiéndose aún triste, Bo fue al preescolar y les contó a sus amigos que su mamá tenía que trabajar en Navidad. Todos lo escucharon con atención y le respondieron que admiraban a su mamá por ayudar a otras familias en Navidad y por salvar vidas.
—¡Tu mamá es una verdadera heroína! —dijo Edwin, el zorro ártico—. Mi papá es bombero y el año pasado también tuvo que trabajar en Navidad. Evitó que se incendiara el museo del pueblo cuando se cayó una vela y provocó un incendio.
Lili, la lechuza de las nieves, también narró que su papá a veces trabajaba en Navidad como conductor de tren. «Mantiene los trenes en marcha para que otras familias puedan visitarse en Navidad», dijo.
Cuando Jorge, el conejito de las nieves, explicó que su mamá a veces también tenía que trabajar en Navidad por ser quien recibe los productos en el supermercado y reabastece los estantes, Bo entendió que no es tan raro que los padres tuviesen que trabajar en Navidad.
Después de oir sobre las familias de todos sus compañeritos, Bo se dio cuenta de que estaba realmente orgulloso de que su mamá tuviese un trabajo tan importante y quiso decírselo inmediatamente.
Al entrar esa tarde por la puerta, Bo vio a mamá parada en la cocina con un delantal manchado de harina. Estaba extendiendo una deliciosa masa para galletas.
—¡Mamá, estoy tan orgulloso de ti por salvar vidas en Navidad! —exclamó Bo—. Los otros niños me dijeron hoy que muchos papás tienen que trabajar en Navidad para que otras familias puedan estar juntas durante las fiestas.
Mamá pingüino estaba muy sorprendida. Abrazó fuertemente a su hijo y le dijo: «¡El próximo año volveremos a celebrar todos juntos!».